Patio

El patio de mi primaria era objetivamente grande.

Siempre he pensado que las primarias son lugares terribles. No me refiero a la calidad de la educación ni mucho menos a los abusos que existen entre los compañeros de clase. Esas son lecciones para lo que viene en la vida. No, lo verdaderamente reprobable era el hecho de tener sentados durante tres horas y media en un mismo salón a treinta casi cuarenta niños.

At terminar este bloque de clases, seguía la comida y otra de las lecciones de la vida. Si tenias dinero, comías pizza y si no entonces comías los alimentos requeridos legalmente a estar entre desabridos y podridos., salíamos corriendo al Gran Patio. Así le llamaban los adultos, al menos.

Un Marzo convencí a Jorge de ir al extremo del patio. En nuestra primer expedición, creímos ver una cerca de madera. Sin embargo, era viernes y eso significaba que volvíamos temprano a casa, así que apenas sonó el timbre, nos regresamos.  

La segunda expedición había sido agendada para Abril. Lamentablemente se pospuso por varicela. Mis padres tuvieron que quedarse una semana en el cuarto para no contagiar a nadie más.

Para la tercera expedición estábamos ya preparados. Primero pasamos por el patio de arena. Luego por el campo de fútbol. Al final de este campo había una cama de rocas. Aburridos de tan torpe final, tomamos una de esas rocas y las levantamos. Jugamos fut, basket y base y regresamos al resto de las clases.

Cuando la maestra de biología nos vio pelirrojos, se desmayó.

 

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