Sobre el ensayo

Por Calles y su equipo de maestría

Este documento tiene el propósito de revisar los elementos teóricos que permiten distinguir al ensayo como género literario. Partimos de la hipótesis de que la ambigüedad y polisemia de la palabra ensayo, para referirse a casi todos los documentos escritos, ha generado una gran confusión respecto a la comprensión del concepto. Como su nombre lo indica, éste debería permitir poner a prueba las ideas; y ser, entonces, un texto que problematice e inspire al lector a reflejarse en la autoría. En opinión de A. Souto, el ensayo es un escrito, por lo común breve, sobre temas diversos; no lo define su objeto, sino la actitud de prueba, de examen, de tentativa o sondeo que asume el escritor; es una cala, una avanzada, un tiento por el que se reconoce un terreno nuevo, inexplorado; es una hipótesis, una idea que se ensaya. No tiene ni requiere aparato crítico ni gran extensión; se presenta sin ropajes eruditos. (Cfr. Souto, 1973: 1). A partir de esta definición, analizaremos el texto de Alfonso Reyes, Notas sobre la inteligencia americana.

1) Variedad y libertad temática. “La variedad de los ensayos es tan grande como la variedad temática misma: un ensayo puede ser histórico, literario, político, sociológico, autobiográfico, etcétera” (Gómez, 1992). La profusa obra de Reyes, reunida en 24 tomos publicados por el fondo de cultura económica, consta de una gran variedad de temas, abordados desde diversos géneros literarios. Por lo que al ensayo concierne, es preciso dar cuenta de que hizo alarde de una gran versatilidad; los temas que trató van desde lo más aparentemente trivial como las Memorias de cocina y bodega, hasta los más profundamente existenciales, como El suicida.

2) La prueba. El ensayo no requiere un aparato crítico específico y tampoco tiene una extensión determinada. Lo que sí necesita tener es una idea que se ensaya. Además de la variedad y libertad temática ya referida, lo que define al ensayo será “la actitud del escritor ante el tema mismo” (Souto, 1973). En Notas sobre la inteligencia americana, la actitud de Reyes desafía una concepción cultural impuesta por Europa: “…falta todavía saber si el ritmo europeo—que procuramos alcanzar a grandes zancadas, no pudiendo emparejarlo a su paso medio—, es el único “tempo” histórico posible, y nadie ha demostrado todavía que una cierta aceleración del proceso sea contra natura” (1936). Por eso, Reyes se rehúsa a hablar de cultura o civilización americana, y propone el término inteligencia. No es su objetivo cerrar el tema para siempre, pues ése no suele ser el objetivo del género ensayístico, más bien, Reyes lo dice: “Sólo me corresponde provocar o desatar una conversación” (1936). Lo que hará es probar la idea, pesarla, ensayarla, para comenzar un diálogo.

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